sábado 27 de abril de 2024 - Edición Nº1650

Cultura | 14 ene 2020

Efila, Delmar y Oscar Lunaschi

“HEMOS TENIDO UNA INFANCIA Y UNA JUVENTUD MUY LINDA”


Efila, Delmar y Oscar Lunaschi tienen 102, 101 y 95 años, son hermanos y viven juntos desde hace algunos años. Sus historias corren en paralelo con la de esta ciudad. El profesor Raúl Palazzo y el periodista Hernán Cristóbal conversaron con ellos y comparten en esta nota parte de esa charla; amena y con mucho encanto.

Para que conste en el video y en el audio que registra la conversación, se les pide que digan su nombre. Delmar y Oscar mencionan su apellido, Lunaschi; Efila en cambio dice Arruvito: “Efila L. de Arruvito”. Su hermano aclara que “dice Arruvito pero también es Lunaschi”. Ello le responde: “yo siempre firmé así (con apellido de casada), no me conocen como Efila Lunaschi. Hace 55 que estoy viuda pero siempre firmo como Arruvito”. Es una entrevista, pero los diálogos entre ellos son quizá los mejores momentos, los que los muestran de entre casa a estos tres hermanos centenarios.

Delmar el día de la entrevista se encuentra recuperándose de un malestar, “algo que comí” dice, para contar que ni ella ni sus hermanos tienen mayores restricciones a la hora de comer. Habla poco, pero es solo ese día, porque la semana anterior, cuando se le comenta la idea de entrevistarlos, ella en particular se muestra entusiasmada, y por adelantado contaba de sus rosas, porque si bien ya no hacen quinta, ella sí se sigue encargando de sus rosas y otras tareas de jardinería.“Efila va a cumplir en pocos meses 103 años”, señala Oscar, “parece imposible pero anda fenómeno”, ella lo interrumpe y le pide: “deja hablar a los chicos”. Entre risas comienzan a recordar su infancia.

-Efila: Vivíamos en el campo cuando éramos chicos. Una infancia muy linda hemos tenido, y hemos trabajado mucho. Bah!, trabajar, en mi caso amasar, hacer dulces, cosas caseras. Vivimos muy bien. Nunca fuimos ricos, pero tampoco nunca nos faltó nada.

-Oscar: El campo estaba a 30 cuadras de acá, en Carrizales, 30 cuadras más o menos desde la plaza, acá no más.

-Efila: Hemos tenido una infancia y una juventud muy linda, distinta a la de ahora que es todo “taca taca” (con las manos simula manipular un celular). Nos mandaban a trabajar. Yo me acuerdo de Barone. Tenía quinta, una linda quinta, todos los días venia de allá del campo con su canasto a vender la verdura. Hoy en día quién hace quinta. Nosotros hacíamos, ahora no, pero viene una persona que la mantiene. No hace mucho hice dulce de sandía, que todavía tengo.

-¿Del campo qué recuerdan? ¿Algo de la cosecha, el maíz…?

-Efila: Si, el maíz se entrojaba…

-Oscar: Y se guardaban los marlos para la cocina…

-Efila:  Claro, la cocina económica, a leña, se hacían unos churrascos lindos en esas cocinas, y tenías siempre la casa caliente en invierno.

— De sus padres qué nos pueden comentar…

Efila: — Que eran unas excelentes personas, muy buenos. No me acuerdo de un día en que mi papá nos diera un chirlo, ni nada.

-Oscar: Ellos eran de acá, los abuelos eran de Italia, Domenico Lunaschi y María Celicane. Todavía hay familiares en Castelnuovo Scrivia (ubicada en Alessandria, una provincia de la región del Piamonte, en Italia.) Los abuelos trabajan en el campo, lo alquilaban. Los abuelos por parte de mamá en cambio eran genoveses.

-Efila: Estaban en Pla, venían a Alberti a trabajar. Después mi otro abuelo, venía de Los Toldos. Siempre trabajaron en el campo.

-¿Iban a la escuela de Carrizales?

-Efila: No, acá a la Escuela Nº 1. Veníamos en el sulky la Delmar y yo, Oscar fue poco. Veníamos con la de Manterola, hiciera frio o calor. ¡Qué vida! No había día de fiesta, nada, siempre veníamos a la escuela, y trabajábamos. Veníamos a lo de una tía, nos bajábamos, atábamos el caballo y nos íbamos a la escuela. Cuando ya más o menos era la hora de irse, el caballo estaba inquieto y relinchaba. Sabía que era la hora. Lo mismo cuando llovía, ¿sabes lo que hacíamos?, nos tapábamos con una lona y el caballo venía solo, cuando llegaba a la portada se paraba.

-Oscar: ¡Se sabía de memoria el camino!

Recuerdan como algunas de las maestras de la época “la señora de Pavón que era la directora, Juana Pavón de Huesca, Anita Destaville, y había otra que venía de Mercedes”.

-De la ciudad, en su juventud, ¿qué recuerdan que se hiciera?

-Efila: Íbamos a las romerías. Los días sábados se iba a la plaza, tocaba el parlante. Empezaba a las siete en la plaza, los hombres caminaban para un lado y las mujeres para el otro, y se encontraban. Cuando eran las nueve tocaban la marcha, y se tenían que ir, todos los sábados a esa hora. Después íbamos a lo de Mingo Manzi, íbamos a tomar el “Gancia”, no se tomaba whisky ni nada, solo “Gancia”. Después había las romerías, ya era más lindo, había bombones, una ruleta que se tiraba, había caballitos también, pero había que tener mucha plata para eso. También estaba el Prado Español, se hacía una pista grande y se iba a bailar, pero a las doce de la noche se iban. No es como ahora que a las doce se sale.

-Oscar: Estaba Limongelli que tocaba el acordeón. También el Cine, pero a Efila el cine no le gustaba. A Delmar y a mí sí.

Otros de los hechos de Alberti que recuerdan es la construcción de los obra de Salamone, lo mismo que la construcción de la Iglesia Nuestra Señora del Rosario. Oscar precisa, “era en la época de Fresco, el Gobernador. Hicieron el Municipio, el mástil, mucho asfalto y el parque. Yo a los quince años me fui a estudiar a Bragado, y después a Buenos Aires, pero me acuerdo porque venía seguido”. También cuenta que su padre fue concejal “en el Concejo Deliberante y en el Consejo Escolar (consejero); pero en esa época lo que eran, lo eran ad honorem. Tenían reuniones en el Concejo a las diez de la noche. Era en la época de los conservadores”.

Sobre personalidades de esa época mencionan al Diputado Juan Carlos Cánepa, del que Oscar cuenta que “era farmacéutico y muy amigo, de Gandini y de Busetti también, éramos como de la familia. Era una excelente persona, al menos para mí”. Efila asiente y agrega, “era muy sencillo. Cariñoso con los chicos”. Mencionan también a Rubén Rivara, “una excelente persona, un pan de Dios. Los hijos también, pero a él lo conocimos más”, y al Dr. Márquez, “que era el doctor nuestro, vivía cerca de esta casa. Era buen médico, severo. Muy amigo del cura Respuela, que fue el que estaba cuando hicieron la iglesia”.

Oscar, que durante toda su vida viajó mucho y conoce casi toda Europa entre otras partes del mundo (África, China, Rusia) recuerda con emoción el paso del tren por Alberti: “en esa época corría todos los días. Había de tres a cuatro trenes. A la mañana, en las tardes, a la noche, se podía viajar, se iban a hacer compras y volvías en el día. Hasta para la peregrinación a Lujan salía el tren. Iba la gente a la peregrinación, y volvían. Era un tren especial, no de pasajeros. Se lo llamaba especial cuando iba para un evento”

La conversación continúa, hay recuerdos de familia y de vecinos, registrados para una futura edición audiovisual de la entrevista, y algunos otros que surjan quizá en una nueva charla. Los tres se encuentran muy bien, de buen ánimo y con los recuerdos intactos. Bromean incluso con su edad. Al final de la charla, Delmar muestra sus cuadros, porque además de cuidar sus rosas, trabaja en cuadros tejidos, con imágenes y detalles coloridos. Bordados en lana, que son prueba de lo activa que sigue.

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